León XIV: seamos cristianos todos los días para dar testimonio de Cristo y llevar a todos el Evangelio

«Discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios»

León XIV: seamos cristianos todos los días para dar testimonio de Cristo y llevar a todos el Evangelio

En su alocución durante el Ángelus de ayer, el Papa aseguró que todos somos llamados a la misión según nuestra vocación. Invitó a ser discípulos enamorados, testigos del Reino en la vida cotidiana, y a rezar para ser enviados como trabajadores alegres en el campo de Dios.

(InfoCatólica) El Pontífice dijo que al ampliar a todo el mundo la evangelización Dios busca que «todos sus hijos sean alcanzados por su amor y sean salvados»:

«Dios, como un sembrador, ha salido generosamente al mundo a sembrar y ha puesto en el corazón del hombre y de la historia el deseo de infinito, de una vida plena, de una salvación que lo libere»

La mies es mucha, los obreros pocos

León XIV aseguró que «los hombres y mujeres de hoy, incluso cuando parecen abrumados por tantas otras cosas, esperan una verdad más grande, buscan un sentido más pleno para su vida, desean justicia y llevan en su interior un anhelo de vida eterna», pero:

«...son pocos los obreros que van a trabajar al campo sembrado por el Señor y que, antes aún, son capaces de reconocer, con los ojos de Jesús, el buen grano listo para la cosecha».

El Papa dijo lo que se necesita y lo que no:

«... la Iglesia y el mundo no necesitan personas que cumplen con sus deberes religiosos mostrando su fe como una etiqueta exterior; necesitan, en cambio, obreros deseosos de trabajar en el campo de la misión, discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios dondequiera que se encuentren». 

Y diferenció entre los cristianos que lo son de vez en cuando, y los que lo son a diario:

«Quizás no falten los “cristianos de ocasión”, que de vez en cuando dan cabida a algún buen sentimiento religioso o participan en algún evento; pero son pocos los que están dispuestos a trabajar cada día en el campo de Dios, cultivando en su corazón la semilla del Evangelio para luego llevarla a la vida cotidiana, a la familia, a los lugares de trabajo y de estudio, a los diversos entornos sociales y a quienes se encuentran en necesidad».

Igualmente dijo que no hacen falta teorías pastorales sobre cómo evangelizar sino «sobre todo, rezar al dueño de la mies. En primer lugar, pues, está la relación con el Señor, cultivar el diálogo con Él. Entonces Él nos convertirá en sus obreros y nos enviará al campo del mundo como testigos de su Reino».

Por último recordó la plena disposición de la Virgen María a ponerse en manos de Dios para ser instrumento de la salvación. 

Papa León XIV

Ángelus en la Plaza de San Pedro

Domingo, 6 de julio de 2025

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

El Evangelio de hoy (Lc 10,1-12.17-20) nos recuerda la importancia de la misión, a la que todos estamos llamados, cada uno según su vocación y en las situaciones concretas en las que el Señor lo ha puesto.

Jesús envía a setenta y dos discípulos (v. 1). Este número simbólico indica que la esperanza del Evangelio está destinada a todos los pueblos. Tal es la amplitud del corazón de Dios: su abundante cosecha, es decir, la obra que Él realiza en el mundo para que todos sus hijos sean alcanzados por su amor y sean salvados.

Al mismo tiempo, Jesús dice: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha» (v. 2).

Por un lado, Dios, como un sembrador, ha salido generosamente al mundo a sembrar y ha puesto en el corazón del hombre y de la historia el deseo de infinito, de una vida plena, de una salvación que lo libere. Por eso la mies es mucha, el Reino de Dios germina como una semilla en la tierra y los hombres y mujeres de hoy, incluso cuando parecen abrumados por tantas otras cosas, esperan una verdad más grande, buscan un sentido más pleno para su vida, desean justicia y llevan en su interior un anhelo de vida eterna.

Por otra parte, son pocos los obreros que van a trabajar al campo sembrado por el Señor y que, antes aún, son capaces de reconocer, con los ojos de Jesús, el buen grano listo para la cosecha (cf. Jn 4,35-38). Hay algo grande que el Señor quiere hacer en nuestra vida y en la historia de la humanidad, pero son pocos los que se dan cuenta, los que se detienen para acoger el don, los que lo anuncian y lo llevan a los demás.

Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia y el mundo no necesitan personas que cumplen con sus deberes religiosos mostrando su fe como una etiqueta exterior; necesitan, en cambio, obreros deseosos de trabajar en el campo de la misión, discípulos enamorados que den testimonio del Reino de Dios dondequiera que se encuentren. Quizás no falten los “cristianos de ocasión”, que de vez en cuando dan cabida a algún buen sentimiento religioso o participan en algún evento; pero son pocos los que están dispuestos a trabajar cada día en el campo de Dios, cultivando en su corazón la semilla del Evangelio para luego llevarla a la vida cotidiana, a la familia, a los lugares de trabajo y de estudio, a los diversos entornos sociales y a quienes se encuentran en necesidad.

Para hacer esto no se necesitan demasiadas ideas teóricas sobre conceptos pastorales; se necesita, sobre todo, rezar al dueño de la mies. En primer lugar, pues, está la relación con el Señor, cultivar el diálogo con Él. Entonces Él nos convertirá en sus obreros y nos enviará al campo del mundo como testigos de su Reino.

Pidamos a la Virgen María, que se entregó generosamente diciendo «Yo soy la servidora del Señor», y participando de esta forma en la obra de la salvación, que interceda por nosotros y nos acompañe en el camino del seguimiento del Señor, para que también nosotros podamos convertirnos en alegres trabajadores del Reino de Dios.

3 comentarios

Lucía Victoria
Amen, amén, amén!
7/07/25 10:24 AM
Generalife.
Así sea ,que lo pongamos en práctica
7/07/25 6:30 PM
Duke of the Keys
Dar testimonio. Nos lo llevan repitiendo una y otra vez y estoy de acuerdo. Ahora bien, me acuerdo de una anécdota atribuida a san Francisco. Un día, el santo de Asís le dijo a un novicio: "Vente conmigo a evangelizar". Durante todo ese día, recorrieron la ciudad sin dar ningún sermón, simplemente, pasearon arriba y abajo. Al cabo de un tiempo, san Francisco le dijo al joven: "ya podemos volver". "Pero, hermano, no hemos dicho nada para evangelizar", le replicó el novicio, a lo que el santo respondió: "durante todo el día nos hemos mostrado a todo el mundo vestidos como monjes, nos hemos comportado como monjes y hemos llevado los símbolos de Cristo. Sólo con eso, hemos estado evangelizando". Durante años, los sacerdotes pasean como ciudadanos, sin símbolos de Cristo visibles ni nada que los identifique como tales. Por eso, estas llamadas reiteradas a los cristianos para dar testimonio fallan en lo fundamental: el ejemplo.
7/07/25 11:03 PM

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